jueves, 20 de mayo de 2010

La Iglesia sorprendida en adulterio



Me resulta bastante curiosa la actualidad esta frase que causó tanto revuelo. Está escrita en el contexto de un canto gozoso de Pascua, en medio de otras frases como “los pobres se sientan a la mesa” o “encuentran lugar los postergados”, etc. Más curioso me parece que la situación de la Iglesia por los días de Pascua no era la mejor..¿Alguno de ustedes pudo reconocer ese gozo pascual en medio de la problemática en que como comunidad eclesial nos vimos (y nos seguimos viendo) involucrados?. Vamos por parte y analicemos esta frase:

La Iglesia…

Nuestra comunidad eclesial se ha visto atacada… pero desde dentro. Es un momento para que nos acerquemos a la humildad de nuestro Maestro. Es la hora para que reconozcamos los errores cometidos y dejemos de defender lo que ya no se puede defender… es muy importante que reconozcamos este problema como una dificultad que nos atañe a todos nosotros, bautizados, no solo al clero. La lealtad es un valor importante en el Evangelio de Jesús.
Hay que bajarse del pedestal del poder para solucionar esta situación. Todos los corazones heridos por esta situación necesitan sinceridad, cercanía. Es hora que nuestras autoridades eclesiásticas se la jueguen por la valentía de la humillación.

Sorprendida…

Nuestra comunidad eclesial se ve sorprendida en la traición. Nuestra institución que debe ser la casa de los pequeños, de los niños y de los débiles ha traicionado el deseo de su Maestro, permitiendo que inocencias sean violentadas, fechorías queden impunes por años, hiriendo corazones y realidades. Por otro lado la Iglesia debe ser la casa de los excluidos, por lo tanto también debe acoger a las personas que sufren esta enfermedad. Aunque hay que tener claro que acogida no es sinónimo de impunidad. La misericordia de Dios es exigencia de amor.

En adulterio…

¿Cuál ha sido el adulterio? La traición al Evangelio de Jesús, que nos mueve a defender a los pequeños y a denunciar el abuso. Adulterio es no permitir a la justicia hacer su tarea (aunque Cardenal Darío no lo entienda). Adulterio es no aprender de la humanidad de Jesús para reconocer, asumir y reparar tanto dolor. Adulterio es no aprovechar este tiempo en que el Espíritu sopla más que nunca en nuestras comunidades, invitándonos a bajarnos del trono del poder y la comodidad de siglos, para aprender que para hablar de Dios y del ser humano no podemos olvidar que llevamos este tesoro en vasijas de barro. No de oro!!.

Como nuestra hermana Catalina, estamos llamados a luchar por nuestra Iglesia, a construirla día a día con nuestra oración y nuestras acciones, poniendo nuestro granito de arena. Como ella estamos llamados a amar al “dulce Cristo aquí en la tierra”, pero por ese mismo amor, también estamos llamados a hacerle sentir nuestra voz cuando de pronto no esté “viviendo en Roma”…
Es tiempo de purificación para nosotros, miembros de la comunidad eclesial. ¿nos atreveremos a escuchar la voz del Espíritu que invita al cambio? ¿Cómo responderemos a esta crisis? ¿Aprovecharemos esta oportunidad?

lunes, 17 de mayo de 2010